Tuesday, October 02, 2007

Placebo


Después de apoyarme sobre tu mejilla durante un rato, descubrí el silencio. Fue una linda tarde donde planeamos nuestra vida. En pocas horas dibujamos sobre una tela mi vida y la tuya, juntas para siempre. Dejé la ventana abierta para que la banda sonora de pajaritos nos alumbrara, ayudándonos a soñar. Quizás durante un rato dormimos, quizás fue sólo un pestañeo prolongado, quizás fue el silencio maravilloso que relativizaba la realidad, llevándonos a veces, a lo onírico. Creo que afuera, allá en el ruido, hacía frío, pero la frazada que nos cubría, y nuestro amor, sobre todo nuestro amor, nos abrigaba. Te dije que iba a llegar un momento, en el que estaríamos así, le dije yo, y ella me respondió que en un principio le costaba aceptar las cosas de la manera que se dieron, le costaba volver a creer en el amor y luchar por esto. Y se me vinieron a la cabeza esa serie de cosas, que me duelen, que me dan inseguridad y provocan incredulidad. Ese beso que la ví darse con mi hermano, las confesiones que me hacía antes de que supiera lo que yo sentía por ella y tantas otras que provocaron las heridas que creo, aún no cierran. Pero aquella tarde, las cerré por un momento. Así como existe una memoria a corto plazo, existe un olvido a corto plazo, que me permite soñar ahora. Le di un beso para cicatrizar. Le dije te amo, a modo de anestesia para el dolor del recuerdo. Siempre funciona, y esta vez también.